lunes, 26 de marzo de 2007

Recordando apagones


Hace un par de semanas quise prender la luz del baño y no funcionó. Mi primera sospecha natural fue pensar que se quemó el foco, la segunda que se habían quemado los plomos. Ya me había olvidado sospechar de algo que era pan de casi todos los días hace años: un apagón.

Los apagones en la época del terrorismo eran sorpresivos, pero cotidianos. Seguramente en ninguna casa faltaban velas o linterna; tampoco radio a pilas para escuchar las novedades via RPP. Los escolares hacíamos las tareas a la luz de las velas y a falta de terma, se hervía agua para el baño. Nada de esto se extraña con nostalgia.

Luego vino el racionamiento de luz. Los limeños nunca olvidaremos aquellos años mozos en los que existía. ¿Qué era esto? Simplemente que habían horas afortunadas durante el día en las que podíamos disfrutar de luz eléctrica. Todos esperábamos ansiosos la notificación que llegaba a la casa indicando cuándo no dispondríamos de luz.

Pero, no deberíamos quejarnos, la falta de luz eléctrica nos obligaba a exprimir ideas de la cabeza para pasar el tiempo sin aburrirnos. Yo tuve que ingeniármelas para poder sobrevivir a una hepatitis en plena época de racionamiento de luz. En las mañanas, leía, hacía geniogramas, escuchaba radio a pilas, escribía, jugaba con mis hermanas (todavía no iban al colegio)... pero igual me aburría soberanamente. Por las noches, era más divertido. Casi todas las noches mi papá sacaba su guitarra y sus cancioneros e improvisábamos un karaoke unplugged. Así aprendí muchas canciones de los Beatles, Paul Anka y muchas otras del recuerdo. ¡Cómo nos divertiamos! Quizás sea lo único por lo que añoro, a veces, los apagones.

Créditos foto: Ginle Cubillas Arriola @ http://www.bitacoracubana.com/artesplasticas/portada.php

lunes, 5 de marzo de 2007

¡Qué bonita familia, pero qué bonita familia!

¿Se acuerdan de esa frase de la serie de televisión "Mi secretaria"? Hoy leí con tristeza que el actor 'Pompín' Iglesias, que hizo famosa a esta frase, ha fallecido.

Mientras leía esta noticia tuve un viaje de regreso a mis vacaciones de verano cuando era niña en las que no sé por qué me encantaba ver esta serie. No creo que fuera un programa dirigido a los niños, pero a mí me fascinaba. Siempre me alegraban el día Lupita, "la secretaria" tan responsable y romántica; la agresiva 'Pelangocha' que casi siempre "maleteaba" al jefe y este la amenazaba diciéndole "te voy a reportar, te voy a reportar", la telefonista Judy; pero sobretodo el graciosísimo hermano de Lupita 'Cesarín', asistente del jefe Caritino Estudillo y Picoy.

Ni siquiera me acuerdo muy bien cuál era la trama de esta serie, ni la historia detrás de cada uno de sus personajes, pero agradezco todavía poder saborear el recuerdo de las carcajadas y buenos momentos que me dio.

Les dejo este video para que recuerden conmigo.

Una bolsa persuasiva

Punto para Ripley.

Cansada de ver los mismos encartes de siempre que vienen en el periódico, ayer me sorprendió gratamente una forma de hacer publicidad distinta: una bolsa de Ripley que ofrecía comprar todo lo que cabía en ella con el 20% de descuento.

Como, entre otras cosas, estudié publicidad en la universidad suelo ser bastante crítica con la forma en que se hace publicidad acá. Debo confesar, con un poco de tristeza, que pocas campañas me sorprenden ultimamente, así que ver esta bolsa fue como una brisa de aire fresco, bastante reconfortante.

A fin de cuentas, el objetivo de la publicidad es persuadir creativamente a la gente a que compre un producto o una idea y esta me parece una original y magnífica forma de hacerlo.