
Leer a Tin Tin es uno de los más gratos recuerdos que guardo del fin de mi infancia. No me olvidaré el día en que vi los libros de historietas en la casa de mis primas: se imponían en el librero largos y ligeros; coloridos y elegantes. Acostumbrada a leer historietas blandas y breves (aunque no menos entretenidas) como Lorenzo y Pepita, Mi pequeña Lulú o Archie; reconocí de inmediato que con Tin Tin iba a vivir una nueva experiencia. Y no me equivoqué.
Desde el principio las historias y los personajes me atraparon: el joven y vehemente detective Tin Tin, su fiel compañero perruno Milú, el capitán Haddock, el despistado Tornasol... Además cada aventura se ambientaba en un país distinto, lo que me permitía viajar con la imaginación a otros paisajes, culturas y personajes. El primer libro me impulsó a leer más y, uno tras otro, leí toda la colección.
Debo confesar que enviadaba un poco a Tin Tin, ¿quién no ha soñado con recorrer el mundo para resolver misterios, conocer personajes asombrosos y siempre salir victorioso? Gracias a Hergé, el genial creador de Tin Tin me sentí un personaje más de sus aventuras. No todos los autores logran ese efecto en sus lectores. Y hoy quiero rendir un pequeño homenaje por los cien años del nacimiento de este historietista belga que encantó y sigue encantando a niños y jóvenes en todo el mundo con sus aventuras exentas de malicia y plagadas de entretenimiento. Hergé supo transformar el espíritu de rebeldía y aventura de los jóvenes en Tin Tin, espíritu que debería perpetuarse en todos nosotros, como en sus historietas, a pesar del tiempo.

Viñeta de "El templo del Sol" aventura ambientada en el Perú. En la imagen podemos ver al capitán Haddock y a Tin Tin. Créditos de imágenes: www.editorialjuventud.es
Nota: Steven Spielberg está preparando una trilogía de las historias de este increíble personaje.