viernes, 19 de mayo de 2006

Mi segunda mamá

El domingo me acordé de mi otra mami, mi segunda mamá; y hoy se me ocurrió rendirle un pequeño homenaje.

Patty llegó a mi vida cuando tenía apenas un año y medio. Mi mami la encontró en una agencia de empleos a la que Patty había ido de casualidad para acompañar a una amiga. Algo especial vio mi mamá en Patty y le ofreció trabajo. Ella recién había llegado a la capital y vio en la oferta de mi madre una forma de empezar a ayudar a su familia desde la distancia.

Patty y yo éramos inseparables. Mis padres trabajaban muchísimo y, además, eran muy jóvenes: si no estaban ocupados con las dos publicaciones en las que participaban (el semanario hípico La Cancha y el festivo Monos y Monadas) salían o se reunían con sus amigos. No los culpo por eso, todo lo contrario... me parece fenomenal que no se hayan privado de vivir su edad como debían. Y a pesar de que sí me dedicaban tiempo, era inevitable que yo parara más momentos con Patty.

Patty era estricta: no dejaba que me pare de la mesa si no terminaba de comer, se fijaba que hiciera mis tareas sin ver tele, me enseñaba a hacer algunas labores de la casa, debía estar pulcrísima y me obligaba a regresar a una hora exacta si me iba a jugar con mis vecinas. Pero, por otro lado, era muy cariñosa y siempre me defendía ante cualquiera, incluso si veía que mis padres eran injustos conmigo.

Me aguantó muchísimo durante mi adolescencia, pues ya no estaba dispuesta a cumplir su estricto programa. Rebeldía, le dicen. Pero con mucha sabiduría supo que debía dejar pasar a la madre para dar paso a la amiga. Su sabiduría y valores calaron en mí profundamente. Gran parte de la persona que soy hoy se lo debo a ella y agradezco inmensamente que haya estado en mi vida. Patty es una persona tan correcta y entregada a las personas que quiere... esa clase de personas que así nomás uno no encuentra.

Luego de catorce años con nosotros, nuestra Patty se casó. Yo me alegré muchísimo por ella, pero me dio también mucha pena que se fuera. Pronto tuvo su primera hija y me nombró su madrina. No me podía sentir más honrada.

Siempre nos visitaba, hasta que un día llegó para decirnos que se iba a España. Necesitaba darle un mejor futuro a sus hijos. Yo sabía, por lo luchadora y trabajadora que es, que le iba a ir bien. A los tres años de su partida me encontré con ella en Madrid. Fue en encuentro de aquellos tipo "Vale la pena soñar". Me sorprendió con un hermosísimo saco de cuero y piel... qué se creen. Le estaba yendo muy bien. Este año sus hijos se han reunido finalmente con ella. Misión cumplida.

Patty no sabes cuánto te extraño y necesito. No es lo mismo cuando sientes que el cariño y consejos de tu segunda madre están lejos. Espero que tu hija pronto te enseñe a usar el chat para poder conversar más seguido. Te quiero mucho.

2 comentarios:

Ursula dijo...

Qué bonito Oli, es verdad, la gente que trabaja en nuestras casas llega a ser parte de la familia... qué bueno que a pesar de la distancia todavía puedan tener contacto y no se hayan olvidado de lo que vivieron juntas..
Besos!

viajera dijo...

Lindísimo homenaje. Ojalá Patty lo pueda leer. Oye Oli, escribe más seguido pues, escribes muy bonito como para que estés tantos días calladita. Contágiate un poco del hiperactivo de JL, jajaja.